(Opinión) Ni el “esperpento” de Valle-Inclán llega a explicar el fracaso de la apuesta personal de Pedro Sánchez en Galicia: Besteiro

Ni el “esperpento” de Valle-Inclán llega a explicar el fracaso de la apuesta personal de Pedro Sánchez en Galicia: Besteiro

Ni el insigne e ilustre Valle-Inclán con su técnica del esperpento, sería capaz de describir el fracaso de la apuesta personal de Pedro Sánchez para las elecciones gallegas: Besteiro.

Don Ramón del Valle-Inclán se distinguía por examinar una deformación sistemática de la realidad, pero aun así, lejos de la realidad que creían el PSOE que iba a ser y lo que ha sido. La deformación de lo que pensaba Pedro Sánchez y los suyos que iba a ocurrir y lo ocurrido realmente, muestra el gran nivel de alejamiento de la realidad que tienen nuestros políticos hoy en día.

Nombrado por el propio Pedro Sánchez como Delegado del Gobierno en Galicia, encumbrado a candidato con un “sistema de primarias” (que me rio yo de esas primarias) a la Xunta  y “vendido” como “el mesías” de la izquierda que venía a “cortar cabezas” de socialistas no tan afines a Ferraz y “hacer una limpia” del PSdeG de la época decadente de su predecesor, Gonzalo Caballero, que alcanzó “con orgullo” los peores resultados del Partido Socialista en Galicia en su día. Pues “el batacazo” que ha recibido es de unas dimensiones inigualables.

Lo que iba a ser una limpieza, se quedó absolutamente en nada, incluyendo a todos y todas las de “esa ala” disidente en las listas. Ni una purga, ni una sola cabeza cortada.

¿Proyectos para Galicia? Pues realmente ninguno. Se ha limitado a traer a todos los socialistas del gobierno, presidente, expresidente, ministros,…., eso si, cada cual más ingenioso, que dejaban sus “soflamas” pero que realmente cuando se marchaban pensaban “ahí te quedas y cómete el marrón”.

Hemos hablado con militantes de las bases socialistas y la sensación de desencanto con el PSdeG era enorme según nos transmitieron. Ni equipo, lleno de mediocridad y “tiralevitas” que solo quieren medrar en la estructura del partido para seguir teniendo sueldo público calentito. Ni ideas, claramente unas propuestas que quedaban a años luz de las verdaderas preocupaciones de los gallegos.

Pero lo más triste que nos comentaban, sensación de que no hay futuro en este partido en Galicia. La mediocridad “campa a sus anchas”, un alejamiento total de la realidad y de la ciudadanía pero, además, alejamiento con “menosprecio” como si ellos fueran los “césares” romanos y los ciudadanos sus esclavos.

Algún socialista de “pura cepa” nos llegó a comentar que, “si el propio CIS nos da estos resultados, no quiero imaginarme lo que vamos a tener en realidad”.

Aquello de que “no hay más ciego que el que no quiere ver”, es una verdad como “un templo” de grande.

Galicia “sitio distinto”

Y el votante gallego, a diferencia de otras zonas del país, escapa de los experimentos y las novedades. Siempre ha sido así. Prefiere la seguridad de lo conocido ya que, aun no siendo bueno, al menos es conocido.

Por un lado el PP, realizando una campaña de “baja intensidad” en cuanto a la relevancia del candidato, siendo en estas elecciones lo importante “el partido y la continuidad”. Por otro lado el BNG, que ha conseguido alejarse “relativamente” del nacionalismo para presentar ideas más sociales y de izquierdas y así transmitirlo a la ciudadanía y que lo haya captado.

Ambas estrategias se han convertido al final exitosas, una porque le permite conservar la mayoría absoluta y otra porque le ha permitido alcanzar los mejores resultados de su historia.

Mientras, el PSdeG trayendo día si y día también a cargos políticos y excargos que para muchos ciudadanos les recuerdan épocas pasadas que no son precisamente buenas de recordar.

Podía haber traído más veces Zapatero, porque si quiere desaparecer, es lo único que le hace falta.

Y lo mejor, todo esto ha ocurrido en las elecciones gallegas sin que haya que meter miedo de “que llega la ultraderecha” o “los fascistas” esa “milonga” no se la han conseguido “vender” al electorado gallego.

Artículo de Opinión

Pedro Guerra 

Consultor

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